La fabricación digital al rescate de la tradición. La historia de nuestra alumna Yuki Takemura
Testimonios
Tradición y tecnología. Dos conceptos que parecen lejanos pero que se retroalimentan si sabemos usarlos bien. En todos los proyectos que rondan la mente de Yuki Takemura, una de nuestras alumnas remotas de Fabricademy durante este curso, están presentes ambos ingredientes.
Yuki reside en Japón, pero hemos tenido la oportunidad de conocerla en persona en su reciente visita a España. Ha pasado unos días en Fab Lab León y ha aprovechado para continuar aquí su formación junto a Nuria, su instructora.
Para hacerse una idea de la importancia que la fabricación digital tiene en la vida de Yuki, solo hay que preguntarle por el nombre de sus tres hijos. La mayor se llama Mákina, el segundo es Motor y al tercero le pusieron Materi (de material). Todos en español, un idioma que le apasiona, sigue aprendiendo y que ha sido su puerta de entrada al mundo de los textiles tras descubrir la tradición del bordado en Ecuador.
Para entender todo esto hay que rebobinar un poco más. Hasta su infancia en Yokkaichi, una ciudad en la prefectura de Mie donde habita bastante población de Brasil y Perú, descendientes de japoneses que en su día habían emigrado a Latinoamérica.
Cuando Yuki era niña y paseaba por sus calles, percibía sonidos que le llamaban la atención. No eran los de su lengua natal ni tampoco coincidían con el inglés que aprendía en el colegio. Ella quería saber más sobre esas palabras que captaba de vez en cuando y también sobre las personas que las pronunciaban. Cuando llegó el momento de matricularse en la Universidad, lo hizo en Antropología Cultural. Y se especializó en culturas españolas, latinoamericanas y, sobre todo, ecuatorianas.
Sumergirse en la cultura ecuatoriana
En aquel momento, hace 20 años, no había mucha documentación que pudiera consultar en japonés sobre lo que le interesaba, así que se mudó 10 meses a Ecuador a hacer su propio trabajo de campo. Viajó por el país conociendo pueblos, ciudades y gente. Descubrió a muchas mujeres que creaban su ropa y bordaban, con esmero, diseños propios. No era solo lo que hacían sino toda la historia que había detrás lo que le marcó.
A su regreso a Japón tuvo que trabajar en empleos que poco tenían que ver con aquello. Luego llegó la maternidad y su tiempo se redujo considerablemente, pero, tras el nacimiento de su tercer hijo y confinados en casa por el Covid, empezó a dar cabida a ese deseo que había dentro de ella de crear algo con sus propias manos.
Retomó el contacto con Ecuador, compró una máquina bordadora y empezó a usar los diseños escaneados que le enviaban. Además, hizo entrevistas on line a muchas mujeres ecuatorianas que bordaban. Le interesaba saber cuáles eran las razones detrás de cada patrón, por qué esos símbolos, qué motivaba un diseño u otro… Algunas le contaban que cada vez tenían menos tiempo para hacerlo, así que le parecía que la fabricación digital podía evitar que una tradición tan valiosa como aquella se perdiese. Y que se podía, incluso, hacer que llegara más lejos.
Con este objetivo como bandera, participó también en un evento celebrado en Hamamatsu, donde reside, en torno a la producción de té. En este caso, usó una gran bolsa de té, de las que se utilizan para recoger las hojas de la planta, y le dio una segunda vida bordando en ella motivos relacionados con el paisaje de los campos o recuerdos de personas sobre su recolección.
Tradición, tecnología, innovación, sostenibilidad. Desde luego, todo iba encaminando a Yuki hacia el Fabricademy donde estamos seguros que va a explotar sus inquietudes para sacar el máximo partido a los textiles.