La historia de éxito de dos músicos tras descubrir la fabricación digital
Visitas al Fab Lab León
Esta historia no existiría sin la fabricación digital. Los protagonistas son Éric y Beatriz, pareja y músicos. Él, oboísta. Ella, flautista. Ambos tocaban en Orquestas Sinfónicas y habían vivido en diferentes países, pero buscaban volver a su Ponferrada natal y necesitaban un negocio relacionado con su formación. La idea la tuvo ella: una empresa de cañas para oboe y corno inglés. La lengüeta es una parte fundamental de estos instrumentos y su elaboración requiere un proceso muy cuidado y específico. Se lanzaron.
Arrancaron con EG-Reeds poco a poco, mientras vivían en Madeira (Portugal), en el año 2015 y ahora distribuyen a todo el mundo. Entre aquellos inicios y hoy hay todo un camino de aprendizaje e inmersión en el mundo maker que les ha permitido optimizar procesos. “Si no hubiéramos tenido acceso a esta tecnología de bajo coste y, entre comillas, de fácil manejo, no habríamos podido emprender y vivir de esto”, confiesa Éric.
La fabricación digital les ha permitido, además, hacer exactamente lo que ellos tenían en su cabeza sin depender de terceros. “O no me entendían o yo no me explicaba bien pero de 25 soluciones que pedimos, solo una llegó a buen puerto, con lo que esto supone de pérdida de tiempo y dinero”, comenta. Fabricar sus propias máquinas y herramientas les ha ido concediendo una autonomía que agiliza todo su negocio.
La primera vez que Éric tomó contacto con el mundo maker fue porque quería saber cuántas piezas hacían en un tiempo determinado, analizar si lo que estaban intentando era rentable. “Entré en Google y descubrí una cosa maravillosa que es Arduino. Yo no sabía soldar un cable ni programar, pero empecé a investigar y logré crear mi primer contador de piezas”, relata. Aquel fascinante momento en el que fue consciente de que podía crear lo que necesitaba fue el germen de todo lo que vendría después. Y ya no paró.
Unos dos años y medio después del despegue de EG Reeds, se instalaron en Ponferrada. Tras una visita a la Bienal Internacional de Máquina-Herramienta de Bilbao y ver lo que hacían allí con las impresoras 3D lo tuvieron claro: había que comprar una. Y cuanto más sabían, más querían saber. Éric se apuntó a clase de dibujo industrial con ordenador y siguió investigando todo lo que podía. Aprendiendo a golpe de necesidad. Ya van por su tercera impresora y van a incorporar una fresadora y un láser. “Según avanza la tecnología, nosotros también avanzamos con nuestro negocio”, explica.
Un cuidado proceso optimizado con la fabricación digital
El proceso de elaboración de las cañas es largo y meticuloso y a lo largo de él han ido implementando técnicas y herramientas de fabricación digital. La materia prima la traen de una plantación en Francia y su selección y recolección es más fácil desde que disponen de unos calibres elaborados con impresora 3D que indican si la planta tiene el diámetro óptimo para ser cortada.
Luego la trasladan al Bierzo y allí la almacenan para secarla. Medidores de humedad elaborados con Arduino o máquinas para medir o separar por diámetro les facilitan el control del proceso. Para que pierdan toda la humedad pueden necesitar hasta cuatro años y es entonces cuando llega el momento de darles forma en el taller. Aquí entran en juego numerosas herramientas que han ido elaborando en la impresora 3D acordes a sus necesidades. “Si nos surge un problema y necesitamos una herramienta nueva, la prototipamos súper rápido. En día y medio podemos tener la solución”, cuenta Éric.
Su oficina está llena de elementos que han salido también de la impresora 3D. Ganchos, cajas, piezas ergonómicas para no tener problemas de espalda… Está claro que cuando empiezas, no paras. “Cuando sabes cómo funciona esta tecnología, le encuentras más aplicaciones, pero al final esto solo puedes hacerlo si te atreves a meterte en el mundo maker y si te atreves a equivocarte, a quemar alguna fuente de alimentación… y, sobre todo, a preguntar. Algo que me gusta mucho de este mundo es que siempre hay alguien dispuesto a compartir conocimiento”, asegura.
Visita a Fab Lab León
La última vez que Éric estuvo en Fab Lab León se interesó por las fresadoras de precisión y vio la oportunidad de aplicarlas a su proceso así que ya está estudiando cómo llevarlo a cabo.
Su historia refleja a la perfección esa ‘vuelta’ que se le puede dar a cualquier profesión gracias a la fabricación digital. Precisamente lo que potenciamos con nuestras actividades extraescolares para niños y niñas, en las que no pretendemos formar futuros ingenieros sino acercar la tecnología a cualquier perfil para que la pongan a su servicio. Ya sean abogados, médicos o músicos profesionales, como ha sido el caso de Éric y Beatriz. Ellos han podido llevar su trabajo a otro nivel sirviéndose de la tecnología. Autodidactas también en diseño web y en e-commerce, han montado todo un negocio digital en el que han tenido que aprender de marketing, ventas y distribución para conseguir su objetivo.