Shemakes. Así conseguimos formar parte de nuestro primer proyecto europeo.
Cuando Lucía, con solo seis años, diseñaba vestuario para sus Barbies, creaba un piano con cinta conectora o volvía a casa con una mochila con luces no pensaba más que en que eso que estaba haciendo le gustaba. No era consciente de que iba adquiriendo conocimientos tecnológicos que le serían muy útiles. Y, mucho menos, se le pasaba por la cabeza que años más tarde estaría en Atenas impartiendo un curso a otros niños y niñas más pequeños que ella para enseñarles algunas de esas cosas que había aprendido entonces.
Tampoco Nuria, nuestra coordinadora, pensaba cuando empezó a guiar a Lucía y a idear un programa específico –Poderosas- para aumentar el interés de las niñas por la tecnología, la ciencia y la ingeniería que todo eso iba a conducir a Fab Lab León a su primer proyecto europeo.
Objetivo: Reducir la brecha de género
En ambos casos era algo que surgía de su inquietud, de su pasión y de las ganas de crear cosas nuevas. Pero lo cierto es que cuando apareció en escena el proyecto Shemakes en 2020, centrado en reducir la brecha de género desde edades tempranas en el sector textil y financiado por la Comisión Europea, Fab Lab León se perfilaba como el perfecto candidato para entrar a formar parte. Por una parte éramos nodo del Fabricademy y, por otra, a Lucía ya le habían seguido muchas otras niñas en el programa Poderosas, atraídas por un lugar en el que podían llevar a cabo todas aquellas ideas que tenían en su cabeza. A día de hoy contamos con más de 100 alumnos entre niños y niñas que despliegan su creatividad en nuestras actividades extraescolares.
Todo aquello nos condujo a un proyecto de lo más interesante que ha durado dos años y nos ha regalado momentos, experiencias y relaciones para continuar trabajando en esta misma línea. Entre los embajadores de este programa, Fab Lab León cuenta con cuatro miembros, uno de nuestros instructores, Adrián, y tres de nuestras alumnas: Lucía, Carla y Blanca.
Embajadores de Shemakes
Lucía y Carla tuvieron el pasado año la posibilidad de compartir conocimientos y aprender fuera de nuestras fronteras. Lucía viajó a Atenas, a Decode Fab Lab, y Carla se trasladó hasta Oporto, a Vivalab. Ambas se convirtieron en su destino en monitoras, enseñando a otros niños a elaborar un muñeco con un circuito electrónico en su interior. “Yo estaba muy nerviosa, pero los niños mantenían la atención y consiguieron hacerlo, así que fue muy gratificante”, recuerda Carla. Ella llegó hasta Fab Lab León gracias a su madre, cuando cursaba tercero de Primaria. Interesada en el mundo de la tecnología, en nuestro laboratorio de fabricación digital se sentía como pez en el agua. Lo ratifica su madre, Pepa, que ha visto cómo una niña algo introvertida ha sabido desenvolverse con soltura en distintos contextos. También Lucía, la que fuera la primera Poderosa, se mostró “muy resolutiva” –en palabras de su madre- al preparar las entrevistas y todo lo relacionado con el viaje. ¿Lo mejor de todo esto? “Que todo lo que imaginas, lo puedes hacer”, responde Lucía.
Aprendizaje sin límites
Los últimos embajadores en incorporarse han sido Adrián y Blanca, que a sus 10 años es una apasionada de los ordenadores. Le gusta investigar, probar, atreverse y, si no sale, volver a intentarlo. Fátima, su madre, diría que eso es lo que más la diferencia de las personas de su generación. “No tiene miedo a tocar, a buscar soluciones ante cualquier problema que se presente”, interviene. No solo le gusta explorar este mundo a Blanca, sino que disfruta mucho contándoselo a los demás, explicando cuáles han sido los pasos del proceso. El año pasado tuvo, incluso, la oportunidad de hacerlo ante la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, cuando visitó nuestro Fab Lab.
Un mapa de la lana
Entre los objetivos del proyecto Shemakes está el de promover un sector textil más circular y sostenible y, en este sentido, hemos participado en el Proyecto Wool contribuyendo a la creación del mapa de la lana, en el que podéis encontrar diferentes aspectos relacionados con la industria lanar en distintos países. Por nuestra parte hemos añadido el centro de interpretación textil La Comunal, en el Val de San Lorenzo, la ganadería La Huertona en la Ercina o el Museo de la Lana Merina Trashumante de Salamón, en Crémenes. Las diferentes iniciativas llevadas a cabo dentro de este proyecto nos han servido para reflexionar sobre la importancia de la producción local. En Covilha (Portugal) nos impresionó conocer que tuvieron hasta 200 fábricas textiles que se vieron abocadas al cierre por no poder competir con los bajos costes del gigante asiático. Repensar todo este sistema y aportar herramientas han sido algunos de los retos de un proyecto que continuará vivo a través de nuestros embajadores y de las próximas colaboraciones que ya estamos preparando con otros laboratorios de fabricación digital.